
“Fue un susto, íbamos volando de Los Angeles a Londres y en el medio del Atlántico uno de los pilotos nos comunicó que tenía que apagar un motor, el motor izquierdo. Entonces tuvimos que hacer un aterrizaje antes de tiempo. Primero lloré, después recé, luego volvía a llorar, luego volvía a rezar, recé como 100 veces.” Dijo Enrique.
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