SANTO DOMINGO.- Álvaro Arvelo levanta su mano derecha y hace repiquetear la campanita en medio del álgido debate de Julio Martínez Pozo y Víctor Gómez Casanova sobre un tema del día. Es viernes en la mañana y el tránsito aplasta la ciudad en sus primeras horas. Miles van en los vehículos atentos a lo que plantean los veteranos comunicadores del programa “El gobierno de la mañana”, que tras 22 años de transmisión se ha convertido en un hito del periodismo radiofónico en República Dominicana. Corría el 1986 y la Z-101 figuraba entre las emisoras musicales más sintonizadas, pero la visión del empresario Bienvenido Rodríguez, propietario de la estación, le indicó la necesidad de un programa de comentarios del acontecer socio-político que rompiera el patrón establecido en sus inicios. Willy Rodríguez, director de la estación, junto al comentarista Marino Guzmán y otros asesores, pusieron en marcha el proyecto que, según sus protagonistas, es “donde todo comienza y donde todo termina”, en referencia a su contribución para la solución de los problemas puntuales y comunitarios. El veterano periodista Don Álvaro Arvelo inicia a las 7:00 de la mañana su parte más sobria cuando comenta, solo, temas de actualidad. Llega antes de esa hora “santiguado” por todos los títulos que le otorga la gente (desde enciclopedia humana hasta universidad de la radio). Entre sus pertenencias trae empacado un sandwiche, agua y jugo que más tarde degustará sin prisa y que no
será obstáculo a la hora de participar en el debate. A medida que avanzan los minutos, después de las 7:00, uno a uno van llegando sus compañeros de faena. Además de Rodríguez, Martínez Pozo y Gómez Casanova, Euri Cabral, Daniel García Archibald y ahora José La Lúz completan la mesa redonda que poco a poco se llena de tazas, vasos, periódicos, apuntes y muchas ideas. “Tíquiti”: El fuerte de cada uno de los protagonistas de “El gobierno de la mañana” está en la exposición natural y espontánea, de fácil entendimiento colectivo, cimentado en un altísimo nivel intelectual-cultural y sobrada capacidad de análisis a la hora de tratar los temas cotidianos que interesan a la sociedad dominicana. Son las 8:20. El tapón no cede en la ciudad. Cada bocinazo alerta al peatón o al chofer. Tampoco los celulares de los comunicadores en la cabina dejan de sonar. Un timbrazo puede cambiar el curso del espacio radial, estructurado en un guión en el que cada uno va exponiendo los temas que considere y en el que todos tienen derecho a opinar. A esas llamadas personales se suman las conocidas como “El teléfono y el pueblo”, que es un verdadero desahogo de los oyentes, los mismos que pueden provocar la reacción inesperada de don Álvaro y que se resume en varias expresiones: “Hay lo dijo”, “Mas claro ni el agua”, “No lo politice”, “Saca ese pelasfután del aire”, “H de P”, “No J la P”… Y para cerrar su clásica “Llévatelo Cundo”.