Para muchos, después de Navidad, la celebración más esperada del año es la noche de Halloween. Cada 31 de octubre las calles se llenan de niños vestidos de fantasmas, esqueletos, brujas y monstruos varios para asustarnos con sus gritos y sus miradas terroríficas. Esta ritual pagano celta que data de hace 2000 años abre la puerta a un mundo de pequeños excesos: está permitido comer dulces a montones durante toda la noche, recorrer las calles en plena oscuridad y golpear las puertas de extraños exigiendo golosinas bajo pena de asustarlos si no les dan.
¡De susto!
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