martes, 7 de septiembre de 2010

Enfermos del 9/11 no encuentran alivio

Nueva York — Sólo una cosa ha cambiado para Isabel Encalada desde los atentados terroristas del 11 de septiembre, 2001: "Tengo más dolor", confiesa esta madre ecuatoriana. Inmediatamente después de los atentados del 2001, Encalada, que trabajaba removiendo asbestos, comenzó a limpiar edificios alrededor de la Zona Cero. De día y de noche durante cinco meses, desmanteló oficinas – sacando alfombras, techos, muebles y computadoras. De las ventanas de un edificio, ella vio cómo iban sacando los cadáveres de las ruinas del World Trade Center. "El cuadro era dantesco – todo estaba destrozado y el olor era tremendo", recuerda.Mientras tanto, Encalada, que ahora tiene 52 años, comenzó a sentirse mal. Al principio le dolió el estómago, luego tuvo problemas respiratorios. Su salud se fue deteriorando a tal punto que a partir del 2004 tuvo que dejar de trabajar completamente. Ahora, dos hijos se dedican a remover asbestos para apoyarla. FUENTE

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