Limpio. Sus hazañas son más notables por estar libre de esteroides Perteneció a Tampa y a los Mets, pero nunca se puso la camiseta Toronto.-El mejor bateador de Grandes Ligas hoy en día se sienta frente a su casillero en el clubhouse de los Azulejos y, con una memoria impecable, una atención a los detalles y sí, un poco de amargura en su voz, recuenta los muchos momentos que lo ayudaron a llegar a este lugar.José Bautista habla del año en que los Orioles lo seleccionaron de los Piratas en la Regla 5, sólo para enviarlo a los Rays, que lo cambiaron a los Reales, que lo devolvieron a los Piratas con los Mets como intermediarios. Ese fue el primer año del dominicano en Grandes Ligas, y lo único que tenía como muestra fueron 88 turnos al bate. Parecía que la mitad de ellos eran contra pitchers de la talla del venezolano Johan Santana, CC Sabathia y Randy Johnson, cuando un bateador zurdo quería descansar. “Afirmar que batallé ería poco decir”, dijo. Bautista, de 30 años ahora, lo recuerda todo. Cada lucha, cada vez que fue ignorado, cada vez que no fue tomado en cuenta.Hubo el año en que los Piratas lo enviaron a liga menor saliendo de los entrenamientos -no a Triple A, sino a DobleA- y luego lo subieron en septiembre y le dieron apenas siete juegos como titular en un mes.Un año los Bucaneros lo tenían como sustituto de Joe Randa, quien se preparaba para el retiro, y otro en que Pittsburgh lo puso a dividir tiempo de juego con Doug Mientkiewicz, otro pelotero cerca de decirle adiós al juego. Cuando uno escucha la historia de Bautista, hay dos realidades que te llaman la atención. No es por casualidad que los Piratas no tienen una temporada ganadora desde 1992. Con la instrucción correcta, la evaluación indicada y un poco de suerte, el mejor bateador del béisbol de hoy pudo haberlo sido hace mucho tiempo.
Pero así no fue la historia de Bautista. Su ascenso de un pelotero rechazado de la Regla 5 a un poderoso productor de carreras agrega un elemento interesante a la trayectoria de sus triunfos. Y claro, le brinda esperanzas a cualquier pelotero que se sienta ignorado.
Cambio de imagen
De su parte, sí ha cambiado su imagen. Ya no se le ignora, no se le sienta, no se le pone en el rol equivocado y ahora se siente en una posición para sentirse cómodo dando sus swings.
“Las situaciones en que estaba antes pasaron. Tenía que encontrar un equipo que me dejara salir relajado a agarrar turnos diarios a ver qué pasaría”, dijo.
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