
Salomé Sarita salió tempranito desde Puerto
Plata hacia el Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS) en Santo
Domingo. Su objetivo: intentar por enésima vez conseguir que le
aprueben la pensión por unos RD$5,000, que en siete años de gestiones no
ha logrado. El rostro de Salomé (de 70 años) refleja las tres
décadas de labores fuertes que transcurrieron en la vida de este señor
en el ingenio Montellano, desde aquellos tiempos en que la industria
azucarera era el brazo fuerte de la economía dominicana y para la cual
aportó una parte importante de su sudor y fuerza física.Cada uno
de los viajes que Salomé ha dado en busca de la pensión que nunca llega
le ha costado RD$700. “Ya le debo 5,500 pesos al prestamista, él me
presta al 20% mensual cuando yo vengo a hacer esta diligencia”, comenta
el otrora trabajador de las zonas cañeras, mientras muestra a elCaribe
un documento marcado con la numeración 0044265 y la solicitud número
63995. La Dirección de Jubilaciones del IDSS le dio el visto
bueno a la pensión que espera Salomé, “porque el hombre se la ganó”,
pero ahora el anciano tendrá que dar muchos otros viajes al Ministerio
de Hacienda para ver si le darán los “pesitos”. Esta institución tiene
la última decisión en este asunto.Las inmediaciones del IDSS
parecen un lugar de lamentaciones. Por allí confluyen cada día
extrabajadores del sector cañero y otras áreas, cuyas pensiones no se
resuelven con un reglamento “bien calculado”, elaborado en aire
acondicionado y con la “viveza” de quienes buscan sacar más y más
provecho de las arcas públicas. “Lo primero es que las tramitaciones son
burocráticas, todo se lo complican a esa pobre gente. No es nada fácil
costear el pasaje cuando estos antiguos trabajadores que buscan una
pensión tienen que venir de provincias lejanas como Puerto Plata, La
Altagracia, La Romana o de los bateyes de Sabana Grande de Boyá. Todos
estos trámites terminan venciendo a los exobreros y al final tienen que
dejar eso o vender sus tanques de gas o sus estufas para ver si alcanzan
la pensión de miseria”, sostiene con dejo de decepción el coordinador
de la Unión de Trabajadores Cañeros, Jesús Núñez.
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