PUERTO CAIMITO, Panamá -- Mariano Rivera
solía ir a un manglar cercano a su casa para arrojar piedras a los
pájaros. Hasta que un día fabricó su arma favorita, una honda que
siempre cargaría en el bolsillo derecho de su pantalón corto."No había un animal que él no le soltara una piedra", recuerda José
Tomás Aguirre Jirón, un primo hermano materno que se crió con la familia
de Rivera a pocos metros de la playa en Puerto Caimito, un pequeño
poblado en la costa del Pacífico panameño.Aguirre Jirón tenía que ir a sacar a cada rato a Rivera de la playa
al caer la noche. Mariano se ponía a jugar béisbol con sus amigos
utilizando pelotas forradas con pedazos de redes de pescar, que bateaban
con palos de mangle y atrapaban con cartones, a los que hacían un hueco
para meter la mano.Después de esos partidos, los niños se bañaban en la playa.
Rivera tenía entre cinco y seis años."Era travieso", recuerda su padre, Mariano Rivera Palacios. Leer más...
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