Robin Williams, de 63 años, había
combinado desde muy joven un genio irresistible y una verborrea sin igual con
una vida personal plagada de debilidades.
Hizo reír a varias generaciones con “Mrs
Doubtfire”, soñar con “Dead Poets Society” y fue “el genio más genial” en
“Aladdin”, pero Robin Williams siempre arrastró un aire de amargura que de “Good
Morning Vietnam” a “Good Will Hunting”, con la que ganó el Óscar, dibujó al
payaso más triste de Hollywood.
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